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¡Dientes, dientes!

dientesNo he querido parafrasear a una famosa tonadillera al titular este sueño… o sí, no lo he podido evitar. Pero yo no me refiero a enseñar dientes cual ordinario espécimen enfadado. Yo es que esta noche he vuelto a soñar que se me caían los dientes.

¿Cuántas veces lo habré soñado? Muchísimas; lo que más recuerdo es la sensación de las muelas sueltas en la boca, tener que escupirlas. Me importa poco la estética, el verme sin molares y premolares, incluso paletas. La sensación extraña es la caída, mover con la lengua una muela y que caiga en un santiamén.

Hay muchas teorías sobre por qué soñamos con este fatídico hecho: inseguridad, malas decisiones, previsión de malas noticias e incluso aviso de que algo falla en el sexo. Nada de esto parece que esté asociado a mi sentir últimamente, pero ahí está, esta noche me he quedado sin incisivos, cúspides y bicúspides.

Y mientras tanto he ido a Ikea, que se ha convertido en un parque de atracciones. ¿La temática? La deco, claro está. En una de sus mesas Hemnes había niños celebrando un cumpleaños, rodeados por un globo gigante de E. T. dando vueltas por la estancia. Ahí he escupido yo el primer premolar. También podías ver una película acomodado en sillones Ektorp. No sabía cómo sentarme y me he resbalado; me he partido la paleta en el aterrizaje. Muy divertido el parque Ikea, con talleres para crear tus propios peluches, cursos de cocina… por el restaurante mejor no me acerco.

Al despertarme esta mañana me he ido casi volando a mirarme en un espejo. Todo en su sitio, pero qué necesidad de beber agua y escupir…

 

 


La puerta del Ratón Pérez (Cuentos «disparate»)

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En la familia del Ratón Pérez todo está preparado para el nacimiento de un nuevo ratoncito. La sorpresa es mayúscula cuando descubren que sólo tiene tres patas. Pese a las dificultades del ratoncito, gracias a nuestro protagonista y a una puerta, conseguirá ser uno de los mejores ratones «recoge dientes».

A Martina se le cayó su primer diente un día soleado, martes. Se acuerda perfectamente; de que era un martes soleado y de que había hecho un examen de cálculo por la mañana y había jugado al pilla pilla por la tarde.  Se acuerda de todo porque ese día ocurrieron unos hechos curiosos que ahora vamos a contar. Esa noche Martina preparó muy bien el diente, su paleta izquierda, para que viniera el Ratón Pérez a recogerlo y le dejara, a cambio, algunos euros de regalo.

No le faltó ningún detalle: La paleta metida en una bolsita, harina para que el Ratón dejara su huella, un poco de queso y una carta escrita para él. Y se durmió profundamente, y soñó con el Ratón Pérez, el mundo de los ratones y todo lo que allí ocurría.

En el gran palacio construido con dientes, esmaltados, también blancos inmaculados, iba a nacer el hijo del gran Ratón Pérez, nieto de Don Ratón Pérez, bisnieto del Ratón Pérez y tataranieto del inolvidable Ratón Pérez. (…)

Si quieres saber qué ocurre no dudes en visitar CUENTOS “DISPARATE”  o enviarme un correo a una de estas dos direcciones: cgm_1999@yahoo.com  / cristinagmontero@cuentosdisparate.es y encargar un cuento personalizado.

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