Mi primera vida, mi primera casa

La primera casa en la que viví, que yo recuerde, era un piso de interminables pasillos y de habitaciones gigantes. Si tenemos en cuenta que nos fuimos de allí cuando cumplí los cinco años, podéis imaginar que se trataba de un piso de pasillos estrechos y dormitorios pequeños. Cuando uno es niño los espacios son más grandes, y al convertirnos en adultos en nuestra memoria permanecen como los dejamos; todos hemos vivido alguna vez en un castillo de cuentos.

Me dio mucha pena dejar esa casa, pero lo que nadie sospechaba era que no era una pena normal, fue la primera vez que sentí una pérdida, que me di cuenta de que las cosas terminan, de que no hay nada permanente. Así soy yo. Lo que nadie sospechaba, ni yo misma, es que a día de hoy, treinta años después, todavía sueño con aquella casa.

A veces sueño que el tiempo no ha pasado y que vivo allí siendo una niña, una vez soñé que mis padres habían mantenido la casa en secreto para que yo viviera allí al independizarme; también me trasladé a un universo paralelo, viajé en nave espacial y me instalé en la casa “paralela” con estética setentera; muchas veces sueño que recorro los pasillos oscuros e interminables.

Esta noche he soñado con mi primera casa de nuevo. Me obligaban a vivir allí, pero pese a la obligación yo estaba tan contenta… Les enseño a mi marido y a mis hijas la casa y conforme la voy recorriendo se va haciendo cada vez más y más grande. Cuando creo que ya hemos visitado los dos cuartos de baño descubro que hay cinco; y en mi habitación se abre una puerta que da directamente a una escalera; subimos la escalera y nos encontramos con un espacio diáfano, donde la luz casi hace daño a la vista, donde hay camas blancas, y sillas blancas. Bajamos, bueno no, bajo yo porque mi familia se ha cansado de dar vueltas, y voy a lo que había sido el dormitorio de mis padres, en mi sueño es de madera, demasiado oscura, parece la imitación de una sauna, ah! es que ahora es una sauna. Aquí terminaba todo, pero la casa parece ampliarse a cada paso que doy, es consciente de que la he recordado durante años y se expande para darme la bienvenida. Que la casa cobre vida no me hace tanta gracia, ¿dónde están las niñas? La escalera ya no está, no está, ¿dónde están? Estoy encerrada en mi primer hogar, parece que se hubiera cerrado un círculo (si es que los círculos se abren y se cierran).

Me gusta pensar que mi primera casa es como la de la fotografía, pero yo no vivía en Lisboa…

Acerca de cristina g. montero

Escritora y periodista con ganas de contar pequeñas historias. ¿Mi excusa narrativa? Los sueños que tengo, auténticos cuentos para divertir, hacer pensar, entretener. Ver todas las entradas de cristina g. montero

4 respuesta a «Mi primera vida, mi primera casa»

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