Hambre de lectura

libros

Me despierto sin ganas de mi dosis de café, que tiene que estar muy cargado y muy caliente. Pero hoy no quiero; parece que mi estómago se ha cerrado, o que tiene hambre de otras cosas. Deambulo por mi casa como un animal, olfateando algo, buscando algo. Me caigo por las escaleras, pero no me duele nada, y sigo buscando.

Quizás haya sido la ausencia de dolor, o mi comportamiento animal, lo que me ha hecho darme cuenta que no estoy despierta todavía. Estoy soñando, pero como el subconsciente me ganó la batalla hace tiempo, no hago amago alguno por despertarme, me acomodo en las sábanas para dejarme llevar y averiguar adónde me lleva este sueño.

Yo sé lo que busco, y abro un libro antiguo de Juan Ramón Jiménez; es una edición particular, parece una libreta fina, resquebrajada, «El Niño en la poesía de Juan Ramón Jiménez». Paso el dedo por diferentes poemas y huelo las páginas. Se me hacen cortos los versos, tengo un hambre voraz.

Las series de televisión que consumo son demasiado cortas, los tweets son como la comida rápida, el trazo de los dibujos que hago terminan demasiado pronto, y mis personajes me susurran que siga buscando. Esta noche he deambulado por toda mi casa abriendo libros; muchos, casi todos ya los he leído, pero me calma abrirlos y acariciar sus páginas. Tengo un hambre insaciable de lectura, de un cuento interminable que me mantenga horas en otro mundo, que nunca termine.

 

Acerca de cristina g. montero

Escritora y periodista con ganas de contar pequeñas historias. ¿Mi excusa narrativa? Los sueños que tengo, auténticos cuentos para divertir, hacer pensar, entretener. Ver todas las entradas de cristina g. montero

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