Teniendo en cuenta mi estado. Embarazada ya en la recta final, salvo natación, algunos ejercicios y unas buenas caminatas, que en mi caso tampoco están recomendadas, poco deporte puedo practicar. Pero esta noche he soñado que lo intentaba con todo.
Quería correr, jugar al fútbol, e incluso practicar la escalada. La escalada además la he intentado practicar con mi hija de cinco años… Una auténtica locura. Cuando estaba colgada en medio de la montaña, he «abierto los ojos», ha sido como si me hubiera despertado, y me he dado cuenta de que Martina (por otra parte poco habilidosa), estaba sentada en una especie de columpio, a mil metros de altura, sin protección ninguna. ¿Le grito que no se mueva o la voy a asustar? He decidido acercarme a ella para sujetarla, pero entonces la barriga de siete meses que tengo ha hecho su aparición…
Menos mal que hemos sobrevivido a la montaña; después de cruzar un lago helado a nado y no se cuántas imprudencias más, me ha parecido buena idea esquiar, deslizarme por la nieve cual esquiadora profesional. Pero se me había olvidado de nuevo lo del embarazo. No me he llegado a colocar los esquís, menos mal.
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