Sin tener absolutamente nada de base histórica, hoy he tenido un sueño de exilios y encuentros. He sido testigo de cómo un amigo mío descubría que su padre, ya fallecido, tenía un hermano que se exilió a Argentina.
También ha fallecido el hermano, y un hijo, de nuestra misma edad y conocedor de la historia, vuelve a España para conocer a su primo. Quien dice vuelve a España dice emprende un camino lleno de dificultades.
¿Y yo? Yo como os digo sólo soy testigo del asunto. Voy volando de un sitio a otro con la facilidad que no tienen ellos. De repente estoy en España, en el salón de mis padres concretamente, viendo cómo mi amigo le pregunta a su madre: «¿Tú sabías que papá tenía un hermano exiliado en Argentina?». Sí lo sabe la muy lista, pero lo niega, ella sabrá por qué.
De repente estoy en Argentina, viendo cómo el primo llega a un puerto, acompañado de una anciana, para embarcar rumbo a su destino. Antes una fiesta de despedida, una especie de verbena organizada por la anciana, que es como la líder espiritual del lugar… también hay una niña pequeña que lo va a echar mucho de menos, una prima quizás. Muchos tópicos en mi subconsciente me estoy dando cuenta.
Lo que no ha habido es un «no llores por mí Argentina», no llega a tanto el tópico en mi cerebro dormido. Abrazos, camisas blancas remangadas, un barco. Y una vez que llega a España, el encuentro entre los primos. Final feliz.
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