Archivo de la categoría: Grandes disparates

En qué momento

En qué momento aparece Alberto de Mónaco en uno de mis sueños hablando perfecto español. Porque hay veces que identifico ciertas apariciones con algo que he visto, leído, con alguna preocupación escondida. Pero, ¿Alberto? Con acento andaluz.

Y en qué momento estoy pilotando un avión acompañada de Francisco Umbral; está fumando a mi lado, de copiloto. Le pido que apague el cigarro y me comenta que él en los sueños de todo el mundo aparece con un cigarro. ¿Y pilotando un avión? Eso, no, es la primera vez.

Me pregunto en qué momento me ha venido la afición por jugar al pádel con una señora disfrazada de vaca. En serio, en qué momento. Prefiero salir de la pista e irme a tomar un té, ahí sí, el subconsciente me ayuda y me dirige a un campo lleno de flores silvestres; el té está listo. Ay gracias serpiente.

Esta mañana había un pitillo aplastado en la puerta de casa.


Alohomora

Baste decir que estoy viendo Harry Potter con mi hijo pequeño para que tenga sentido soñar con hechizos como el de «alohomora». Sirve para abrir puertas, por cierto.

Y yo esta noche, varita en mano, he abierto varias puertas; cada una me ha llevado a un escenario diferente, distintos sueños.

El primero me ha dado mucho vértigo porque hemos cogido (muchas personas muchas muchas) un ascensor que sobrevolaba un río. Sin ninguna protección, todavía tengo agujetas de apretar las piernas para hacer equilibrio y no caerme.

«¡Alohomora!» Mi médico de cabecera (que siempre digo que se parece a Buenafuente) me ha invitado a la lectura del pregón del Carnaval de Cádiz. No sé si existe tal evento, pero, ¿en serio? Si no tiene nada de gracia (mi médico, no Buenafuente). En fin… «alohomora».

De compras en un centro comercial, ¡¡¡alohomora!!! Fuera, fuera; abre otra puerta.

Nadar entre orcas también da vértigo, pero me puede la necesidad de sumergirme dentro del agua. Ese silencio que anestesia un poco; los sonidos se amortiguan, como ocurre con la nieve. Cuando buceo ese silencio me quita el miedo, y esa sensación la he tenido soñando. Aquí me quedo, ¿cuál es el hechizo para cerrar la puerta?


Señor profesor

Hoy he soñado que volvía a la facultad, y mi profesor de literatura era Robert Downey Jr. 

Bueno, pues ya no creo que pueda añadir mucho más. Estoy muy cansada, las juergas son lo que tienen.

robert

 


Teatro de mierda

stage

No sé si sabéis que el actor Víctor Clavijo está recitando maravillas desde sus redes durante el confinamiento. Os lo recomiendo. Anoche me quedé pensando que hay personas que han aprovechado muy bien el tiempo durante estos días inciertos y quizás por eso he soñado con él.

En mi sueño me ha decepcionado, pero vamos por partes. Un primo mío me ha conseguido una entrada VIP para ir a casa de Víctor, que ha convertido en un teatro. Es como lo que hacemos de manera virtual, asomarnos a su casa para escucharle a través de las pantallas, pero en mi sueño es presencial. La casa a reventar; los de las entradas VIP podemos acceder también a un lago que hay en la casa y bañarnos. Me encuentro a mucha gente conocida.

Ya fresquita después del baño me dispongo a ver una representación de una obra. Los protagonistas: Víctor, que se dispone a sorprendernos de alguna manera; una chica joven, con cara enfermiza; una señora mayor con mirada sospechosa; y finalmente el demonio, que disimula su aspecto embadurnado de polvos de talco blancos.

Pero los personajes  se salen del guion. La chica se tira del escenario y se rompe el cuello, la señora es una zombie que amenaza con matarnos, y el demonio comienza a soltar mierda (literal) por todo el escenario. Olor a almendra amarga. Y Víctor impávido, no se ha movido. No nos ha protegido.

Menos mal que mi primo me ha sacado de allí volando (también literal).

Siempre me  gustaron las personas  que se ríen con los ojos.

 


Baila

bailar

Esta noche he acudido a una boda; he estado ayudando a prepararla.. o algo así. Se casa mi vecina, que en realidad ya está casada y tiene un niño. Pero en mi sueño se casa, con su «marío», que llega tarde al evento.

Que no llega, que no llega, y ella esperando, y yo buscándolo por todas partes, pero desde mi ordenador, que tiene un sistema de búsqueda espía. Yo es que no me puedo mover de dónde estoy porque estoy haciendo pelucas con una impresora 3D. Son para la fiesta de después.

Es complicado lo de las pelucas. Y este hombre que no aparece. Hasta que por fin llega corriendo, vestido de militar (¿?).

Las pelucas no me han salido bien; son cintas de retales de telas. Da igual, acabamos con ellas puestas, mi vecina y yo, bailando hasta la madrugada.


No llores por mí Argentina

ojodebuey

Sin tener absolutamente nada de base histórica, hoy he tenido un sueño de exilios y encuentros. He sido testigo de cómo un amigo mío descubría que su padre, ya fallecido, tenía un hermano que se exilió a Argentina.

También ha fallecido el hermano, y un hijo, de nuestra misma edad y conocedor de la historia, vuelve a España para conocer a su primo. Quien dice vuelve a España dice emprende un camino lleno de dificultades.

¿Y yo? Yo como os digo sólo soy testigo del asunto. Voy volando de un sitio a otro con la facilidad que no tienen ellos. De repente estoy en España, en el salón de mis padres concretamente, viendo cómo mi amigo le pregunta a su madre: «¿Tú sabías que papá tenía un hermano exiliado en Argentina?». Sí lo sabe la muy lista, pero lo niega, ella sabrá por qué.

De repente estoy en Argentina, viendo cómo el primo llega a un puerto, acompañado  de una anciana, para embarcar rumbo a su destino. Antes una fiesta de despedida, una especie de verbena organizada por la anciana, que es como la líder espiritual del lugar… también hay una niña pequeña que lo va a echar mucho de menos, una prima quizás. Muchos tópicos en mi subconsciente me estoy dando cuenta.

Lo que no ha habido es un «no llores por mí Argentina», no llega a tanto el tópico en mi cerebro dormido. Abrazos, camisas blancas remangadas, un barco. Y una vez que llega a España,  el encuentro entre los primos. Final feliz.


A %d blogueros les gusta esto: