Hoy me he convertido en una chica japonesa, de unos treinta años, llamada Raquel. Iba vestida de blanco y mi vestido me hacía volar. Me hacía desplegar unas alas y notar la ingravidez.
Muy chulo teniendo en cuenta que soy espía. En realidad no sé muy bien que tengo qué hacer, cuál es mi misión, pero el traje mola; así que me dejo llevar y vueeeelo. Se me olvida que no soy invisible, los poderes del vestido son limitados, por lo que en poco tiempo me persigue un dron armado.
Se acabó la diversión, me están disparando. Raquel, con lo guapa que eres con esa belleza asiática y tranquila, no te queda bien la sangre en la cara.