Entre los comentarios sobre las casas de cada uno (la mía tiene patio, yo me puedo salir a la terraza, mi jardín ahora es un tesoro, yo piso, me asomo a la ventana…), y la afición por ver programas de decoración estos días de confiamiento, mucho había tardado yo en soñar con casas.
Esta noche he visitado a unos vecinos (en sueños) y me han contado que van a ver casas porque se van a mudar.
-¡Yo también me mudo!
Como si fuera fácil y agradable. No sabéis la «peoná». Porque ir a ver casas ha sido agotador. He tenido que andar kilómetros de una a otra, y me perdía y no encontraba la dirección. ¡Qué de vueltas he dado! De hecho estoy escribiendo este sueño desde el sofá, agotada.
Además en los intervalos kilométricos entre una visita y otra me iba encontrando gente que me entretenía: «una profesora del colegio, un compañero de la facultad».
-Dejadme por favor, que no llego.
Todos me quiere contar su vida. En fin, al final he visto algo; casas con jardín, pero feísimas, todas con paredes desconchadas y cocinas sucias. Creo que tengo que dejar de ver a «Los gemelos decoran dos veces», «Tú ensucia que yo limpio, «Las casas más lujosas de Estados Unidos»… yo creía que eran programas que me relajaban pero va a ser que no.