
Lo sé, soy lo peor, pero ha sido mi subconsciente. A mí me gusta Pablo Alborán, pero sobre todo a mi hija Martina, que lo escucha a todas horas. Nos ha pedido que le regalemos por su cumpleaños un reproductor de CD (personalidad a tope) y se pone su CD de Pablo cuando hace dibujos, cuando se ducha… all day.
No es que yo sea la fan número 1 de Pablo Alborán, pero a base de escucharlo a través de Martina canturreo varias canciones suyas que me van gustando. Aún así esta noche lo he matado… no literalmente, si no que en mi sueño ha fallecido por sorpresa de un paro cardíaco.
Pablo Alborán a todas horas + electrocardiograma que me tengo que hacer = sueño que muere de un infarto. Me veo en mi sueño, sentada en el suelo al escuchar la noticia, pensando en cómo se lo voy a contar a mi hija.
Peeeeero, como en todo sueño e irrealidad que se precie, hay una solución. Puedo salvarle la vida. Para ello tengo que entrar en un parque de atracciones enorme y realizar varias pruebas tipo gymkana.
Siento animadversión, por ser fina y elegante y no decir otra cosa, por los parques de atracciones, y no os digo nada por los juegos de pruebas y demás. Soy nula. Pero hay que salvarle la vida a Pablo Alborán sí o sí. Para superar las pruebas me acompaña Risto Mejide que se va a convertir en mi mejor amigo.
¿Queréis una explicación de por qué Risto? No la tengo. De verdad que no. Pero como he soñado con él hoy me cae mejor que ayer y peor que mañana. Mejor amigo, casi nada. Menos mal, porque las pruebas son dificilísimas y él me ayuda. El parque está vacío, es algo siniestro, y tengo que manejar yo sola una montaña rusa… eso sí mola.
Al final me dan una entrada para ir al cielo y traerme a Pablo de nuevo a nuestro mundo, sano y salvo.
He matado a Pablo Alborán, pero también lo he salvado.
Fuente de la imagen: PRNoticias
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