En la familia del Ratón Pérez todo está preparado para el nacimiento de un nuevo ratoncito. La sorpresa es mayúscula cuando descubren que sólo tiene tres patas. Pese a las dificultades del ratoncito, gracias a nuestro protagonista y a una puerta, conseguirá ser uno de los mejores ratones «recoge dientes».
A Martina se le cayó su primer diente un día soleado, martes. Se acuerda perfectamente; de que era un martes soleado y de que había hecho un examen de cálculo por la mañana y había jugado al pilla pilla por la tarde. Se acuerda de todo porque ese día ocurrieron unos hechos curiosos que ahora vamos a contar. Esa noche Martina preparó muy bien el diente, su paleta izquierda, para que viniera el Ratón Pérez a recogerlo y le dejara, a cambio, algunos euros de regalo.
No le faltó ningún detalle: La paleta metida en una bolsita, harina para que el Ratón dejara su huella, un poco de queso y una carta escrita para él. Y se durmió profundamente, y soñó con el Ratón Pérez, el mundo de los ratones y todo lo que allí ocurría.
En el gran palacio construido con dientes, esmaltados, también blancos inmaculados, iba a nacer el hijo del gran Ratón Pérez, nieto de Don Ratón Pérez, bisnieto del Ratón Pérez y tataranieto del inolvidable Ratón Pérez. (…)
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