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Desnuda II

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Hoy he palpado la desnudez con la que me ofrezco ante vosotros de manera muy física. Desnudo mi alma, lo hace mi subconsciente, me la ofrece para que yo le dé forma con las palabras. Ese es mi leit motiv como escritora, y esta noche he desnudado mi alma a través de otra profesión, la de actriz.

No tengo pudor a la hora de escribir, pero sé que el pudor, el sentido del ridículo muy marcado, me impediría actuar. No me gusta hablar en público, no me gusta ni siquiera disfrazarme, no sería buena actriz. Aunque después de esta noche me he levantado sintiendo la capacidad de hacerlo. Sería capaz, el efecto se pasa después de unas horas, de estudiar arte dramático, con mis 41 años, y empezar de cero. Esas cosas hace mi subconsciente conmigo. Y vivir varias vidas.

Película peculiar, en la que la protagonista vive situaciones límite, duras, se hace daño, consume drogas, pero a la vez convive con una vida amable, tierna, ordenada. Lo curioso es el lenguaje que se utiliza en el filme: las situaciones más duras se tratan visualmente de manera amable, las cosas se intuyen pero se esconden, pero el desnudo, la dureza, la intencionalidad visual desgarradora está en las escenas cotidianas. Esa dualidad tan bien conseguida, _ me maravilla la capacidad de los profesionales del cine de comunicar con la imagen_, hace de la película un tesoro.

¿Se nota que tengo mono de escribir críticas de cine?


Sin ropa

Oopps

Seguro que lo habéis soñado alguna vez. En la calle, sin ropa. Desnuda. Escondiéndome. Vértigo, vergüenza. Mmmmm, ¿hacia adónde voy? Por el momento no me cruzo con nadie pero es cuestión de tiempo que el murmullo de gente que escucho acercarse me sorprenda «desnudita perdía». ¿Qué puedo hacer?

– Ponerme un traje de gitana que me he encontrado, celeste, con lunares blancos, pequeño, pequeño.

– Andar como si nada pasara, desnuda, muy digna, cabeza alta.

– Convertirme en estatua humana.

-¡¡¡¡Correr!!!!


Desnuda

desnuda

Me presento ante vosotros desnuda, que es como me siento en mis sueños. Comprenderéis que hablo en el sentido figurado, pese a que cuando hace calor también sueño desnuda, hablando de piel. Pero la desnudez de mi sueños, sea desnuda o tapada con una manta que me protege, es la de mi subconsciente. Debe estar en paz conmigo, él, porque le doy más voz de la que ningún subconsciente pudiera imaginar. Le doy identidad, casi le falta un nombre. Le cuido y a veces se porta mal conmigo, enviándome pesadillas.

Pero claro, como soy yo, soy benévola con él, y me dejo desnudar. Y me dejo acariciar mi piel que se compone de capas muy finas, sólo por él. Dar autonomía a tu subconsciente supone no tener nada que esconder, es un ejercicio de libertad inimaginable.

Se activa con la música, y se mueve por mi cuerpo como una serpiente.


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