
Cuerdas que te atan o que te llevan. No necesariamente las cuerdas tiran de ti para hacerte llegar adonde no quieres. A veces sirven de liana para balancearte en un mundo desconocido, en el que no te atreves a asomarte sin protección, sin asegurarte el camino de vuelta. Sólo asomarte, sin dejarte llevar del todo, cómo sería, y eso me ocurre en mis sueños, si un hombre desconocido te acaricia la mano y tú tiras de la cuerda y te asomas, porque las caricias ya te transportan a otra parte. Pero el subconsciente no quiere perderte de vista a ti, que eres con quien me siento más desinhibida, segura, relajada, así que no me suelto de la cuerda.
Y el sueño me lleva a una mano que no esperaba, y sólo percibo, imagino qué ocurriría si me soltara de la cuerda; sólo lo perciben mis sentidos, ni siquiera soy capaz de visualizarlo. Y de repente, alguien más joven, otra mano, atrevida, tira de mí hacia otra parte más salvaje. La cuerda se tensa, pero aún así me asomo, sólo un segundo, y vuelvo mis pasos hacia ti, que apareces a lo lejos diferente, con otro tacto, y otra mirada, pero eres tú y hacemos el amor.
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