
Ayer me acosté pensando en lo indignados que estamos, en las pocas ideas propias que tenemos, en lo manipulables que somos. Bueno, yo indignada no estoy, y soy consciente de que no pienso por mi misma aunque a veces lo crea.
Somos hijos de nuestro tiempo.
Todo este preámbulo para contaros por qué creo que ayer soñé con Felipe González y Eduardo Madina. Porque si no no veo otra explicación; y no es que sean referentes políticos ni nada por el estilo, pero ahí estaban en mi sueño. Más o menos.
A Eduardo Madina le quería pedir trabajo en una revista que edita, pero cada vez que me acercaba a él parecía un chico de unos 20 años. Pensaba, «lo estoy confundiendo, no es». Estaba tomando una cerveza en una terraza con Felipe González. Me alejaba, era él, me acercaba, no era.
Luego el expresidente se ha venido a mi mesa, y pese a creer que iba a tener una interesante charla (a charla no le gana nadie) he descubierto que estaba borracho como una cuba. Tiraba mi coca cola por la mesa para limpiarla y tenía la lengua rasposa. Como una cuba, vamos.
Mala suerte, ¿no?