Cuando Mateo vuelve a la pequeña ciudad sigue sin saber utilizar las lianas, pero ya no le importa.
-Sueños relacionados en la categoría La pequeña ciudad.
Cuando Mateo vuelve a la pequeña ciudad sigue sin saber utilizar las lianas, pero ya no le importa.
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Había un hombre triste en la pequeña ciudad, porque no sabía utilizar las lianas que había colgadas por todas partes. Y al no tener la suficiente habilidad, nada podía hacer para ayudar a sus vecinos a terminar de construir la pequeña ciudad.
Andaba el pequeño hombre triste taciturno por las calles a medio hacer. A veces se le iluminaba la cara al cruzarse con algún amigo que parecía necesitar ayuda:
– ¿Quieres que pinte la fachada de tu casa?
– Sí, sería genial que te subieras a una liana y pintaras el tejado de mi casa.
– Lo siento, no puedo subirme a la liana.
– Entonces déjalo, ya me ocupo yo de pintar el tejado de mi casa.
Apesadumbrado seguía deambulando el hombrecito por la pequeña ciudad. Esquivando a los hombres voladores que parecían querer atropellarle a propósito con sus lianas. O al menos eso es lo que pensaba él. Yo, que los observo desde otra perspectiva, creo que están demasiado ocupados para jugar a los atropellos. Pero me conmueve la melancolía del pequeño hombre triste. Se llama Mateo, y me mira suplicante. Yo sé lo que quiere; le gustaría salir de la pequeña ciudad, y recorrer libre algunos de los rincones de mi mente. Yo creo que es peligroso, porque puede perderse en algún lugar demasiado triste u oscuro. Como en aquel recuerdo en el que se me apareció el demonio y me sumergí en una oscuridad total. No creo que él sólo pudiera salir de ese “rinconcito” tan negro.
Mateo me sigue mirando y me pide que le acompañe. No puedo negarme; realmente no tengo otra cosa mejor que hacer, tengo toda la noche por delante. Cuando me convierto en diminuta le cojo de la mano, y juntos nos adentramos en otras pequeñas ciudades construidas a base de recuerdos, y de sueños.
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