Soñar con un asesino en serie puede considerarse como una pesadilla en toda regla, pero yo me he quedado a medias esta noche, la verdad. Un susto tras otro interrumpido no sé si me ha producido miedo o desasosiego.
Estaba yo profundamente dormida cuando he vislumbrado una sombra acercándose a mi cuarto: mi cuerpo se ha quedado paralizado, he sentido una tensión indescriptible esperando ver quién era el dueño de esa sombra y si venía a hacerme daño. Pero de repente la sombra retrocede, y avanza, y retrocede. Entonces un hombre vestido de negro con un pasamontañas muy mal puesto se acerca y me dice al oído: «Perdona, quería haber hecho una entrada más espectacular pero he dudado entre andar de puntillas o llegar de un salto».
Pese a las dudas iniciales me ha atado de pies y manos y… por arte de magia (y de los sueños) hemos llegado volando a un almacén vacío. Aquí «mi amigo» duda entre matarme con un cuchillo o de un disparo, y además no se acuerda muy bien de si tenía que hacerme confesar algo. Mientras se lo piensa le pregunto si es un asesino en serie porque ha matado a más personas con este peculiar método de la duda eterna, o se estrena por estos lares.
– Tendría que denominarme de otra manera, ¿verdad?
– No te preocupes, yo te llamo asesino en serie porque el sueño así me lo marca.
– Pero entonces, ¿esto es un sueño? Menos mal, porque no me apetecía nada matar a nadie.
– Bueno, pues devuélveme a mi dormitorio que no tengo ganas de comenzar el lunes con sobresaltos.