1. Entro en una habitación, es un decorado. El decorado es de papel, y yo me convierto en papel, en una figura de papel. Entonces puedo mirar detrás de las paredes; hay fotos escondidas, me deslizo sobre ellas y entro en una cueva. Salgo de nuevo, estoy en el decorado, abro una ventana pero no hay nada; el papel se convierte en hormigón. Una luz me susurra, las luces pueden susurrar y provocarte frío en la nuca, porque son fantasmas. Un fantasma de luz y papel me quiere revelar algo, pero no logro escucharle, estoy demasiado asustada, se me ha erizado la piel.
2. Le han amputado las manos pero lo lleva muy bien. Es admirable cómo lo ha aceptado; tenemos que aprender de ella. No hay nada que la pare, aunque a veces sangra. Pero nos ha preparado una cena en su casa y todo lo ha hecho ella. Puede cocinar sin manos. Le han implantado unas manos nuevas pero a veces sangra.
3. Por la noche no se puede hacer una mudanza, es difícil mover los muebles a oscuras. Pero todos parecen convencidos de que es lo mejor: «Todos» es todo el pueblo; han venido a ayudarnos con el traslado. Pero no mueven nada, no embalan cajas, sólo esperan, esperan al huracán que nos llevará muy lejos.
4. Si le hubieran quitado el suero de la cabeza podría haberse desplazado con mayor rapidez; habría escapado de aquello, pero yo no puedo correr por los dos. Los pasillos de ese hospital son más estrechos de lo normal, y los cables de la anestesia se alargan y se enredan. Si le hubieran quitado el suero de la cabeza le habría salvado, pero su paso es cada vez más lento, se tropieza, ya no me llega su voz.
5. Quinto punto para decir que me he despertado exhausta.
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