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Estremecer

Estremecerse, qué bonita palabra.

Hoy me he sentido estremecida en mi sueño; estar en espacios confortables, no sólo físicos, te da mucha paz, y te hace estremecer. Cuando recuerdas sentirte a salvo entre las sábanas, en una habitación azul a muchos kilómetros de donde estás en realidad. Luego lo recuerdas el resto del día y te estremeces.

Es un sueño recurrente, tiene algo de mudanza, de esperanza, y de vaciar cajones. Por eso siempre me deshago de cosas banales, papeles, cables, marcos, cojines… no quiero que me pille desprevenida la huida. Que sea una huida limpia y rápida.

Hoy he soñado que mi marido me abría las puertas de una hall muy acogedor, y me he estremecido.


Mi casa es la tuya

casa

Entre los comentarios sobre las casas de cada uno (la mía tiene patio, yo me puedo salir a la terraza, mi jardín ahora es un tesoro, yo piso, me asomo a la ventana…), y la afición por ver programas de decoración estos días de confiamiento, mucho había tardado yo en soñar con casas.

Esta noche he visitado a unos vecinos (en sueños) y me han contado que van a ver casas porque se van a mudar.

-¡Yo también me mudo!

Como si fuera fácil y agradable. No sabéis la «peoná». Porque ir a ver casas ha sido agotador. He tenido que andar kilómetros de una a otra, y me perdía y no encontraba la dirección. ¡Qué de vueltas he dado! De hecho estoy escribiendo este sueño desde el sofá, agotada.

Además en los intervalos kilométricos entre una visita y otra me iba encontrando gente que me entretenía: «una profesora del colegio, un compañero de la facultad».

-Dejadme por favor, que no llego.

Todos me quiere contar su vida. En fin, al final he visto algo; casas con jardín, pero feísimas, todas con paredes desconchadas y cocinas sucias. Creo que tengo que dejar de ver a «Los gemelos decoran dos veces», «Tú ensucia que yo limpio, «Las casas más lujosas de Estados Unidos»… yo creía que eran programas que me relajaban pero va a ser que no.


Sueño escalonado

suelos

Interrumpido, no lineal, mi obsesión por cambiarme de casa en el sueño de hoy (que no en la vida real) no me ha dejado disfrutar de ciertas historias que se estaban fraguando en mi subconsciente esta noche.

El sueño ha comenzado con lo que prometía ser una aventura de espías. Una agencia me había reclutado para infiltrarme en una peligrosa organización de narcotraficantes (veo mucha tele, lo sé). Pero antes de ponerme en marcha les he comentado a mis nuevos jefes que tenía que organizar el cuarto de mis hijas, y me he quedado estancada intentando aprovechar metros con dos camas, un armario, la cómoda… Adiós al sueño de ser espía.

Más tarde me encontraba en un barco, en una travesía de lo más peligrosa cerca del Polo Sur. Y mientras intentaba organizar a la tripulación, se me iban los ojos hacia los suelos de madera del barco y he pensado: «¡Qué maravilla! Creo que lo ideal es que vivamos en este barco». De manera que me he entretenido organizando la mudanza y mi tripulación me ha abandonado (me imagino, porque me he quedado sola en el barco).

Ha habido un último intento de vivir una aventura, cuando he vuelto a conciliar el sueño y he escalado un edificio altísimo cual hombre araña para batir un récord. Ya podéis imaginar que en un momento determinado, en el piso 12 concretamente, me he asomado a una ventana y me he quedado alucinada con un piso enorme al que he dedicido mudarme. Suelos de mármol, oiga.


Pesadillas

1. Entro en una habitación, es un decorado. El decorado es de papel, y yo me convierto en papel, en una figura de papel. Entonces puedo mirar detrás de las paredes; hay fotos escondidas, me deslizo sobre ellas y entro en una cueva. Salgo de nuevo, estoy en el decorado, abro una ventana pero no hay nada; el papel se convierte en hormigón. Una luz me susurra, las luces pueden susurrar y provocarte frío en la nuca, porque son fantasmas. Un fantasma de luz y papel me quiere revelar algo, pero no logro escucharle, estoy demasiado asustada, se me ha erizado la piel.

2. Le han amputado las manos pero lo lleva muy bien. Es admirable cómo lo ha aceptado; tenemos que aprender de ella. No hay nada que la pare, aunque a veces sangra. Pero nos ha preparado una cena en su casa y todo lo ha hecho ella. Puede cocinar sin manos. Le han implantado unas manos nuevas pero a veces sangra.

3. Por la noche no se puede hacer una mudanza, es difícil mover los muebles a oscuras. Pero todos parecen convencidos de que es lo mejor: «Todos» es todo el pueblo; han venido a ayudarnos con el traslado. Pero no mueven nada, no embalan cajas, sólo esperan, esperan al huracán que nos llevará muy lejos.

4. Si le hubieran quitado el suero de la cabeza podría haberse desplazado con mayor rapidez; habría escapado de aquello, pero yo no puedo correr por los dos. Los pasillos de ese hospital son más estrechos de lo normal, y los cables de la anestesia se alargan y se enredan. Si le hubieran quitado el suero de la cabeza le habría salvado, pero su paso es cada vez más lento, se tropieza, ya no me llega su voz.

5. Quinto punto para decir que me he despertado exhausta.


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