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MÚSICA Y MATERNIDAD

Volver a escuchar hoy Siempre me quedará de Bebe me ha hecho pensar en el vínculo que me une a mis hijos. En momentos de desencuentro, muchos, momentos en que la cuerda de la que ya os he hablado en otras ocasiones se tensa hasta casi romperse, la música nos mantiene unidos de alguna manera. 

Porque hoy hemos cogido un CD de Bebe y lo hemos escuchado en el coche porque Martina, que ahora tiene 14 años, y Javier, de ocho, me lo han pedido. Y me pregunto cuántos niños de su edad conocen el disco Pá Fuera Telarañas, que es de 2004. Mis hijos conocen música que los niños de su generación no han escuchado jamás… aunque ahora Tik Tok «relanza» hits de los ochenta y noventa. 

Lola y yo hablamos poco, pero en su clase de Antropología han estado analizando Losing my Religion (R.E.M) y Ojalá de Silvio Rodríguez y me envió vídeos de esos momentos. Ella tarareaba porque se las sabe de memoria desde que yo se las ponía de pequeñas y les contaba la historia de cada una de ellas. No todos sus compañeros de facultad las conocían. Por cierto que antes de irse a la Universidad quiso llevarse mi CD de Paolo Nutini… ah, no, ése me lo he quedado yo. 

También escuchar canciones que me descubren ellas acorta la distancia que ahora nos separa; como cuando escucho Yes I’m Changing (Time Impala). Lola en estado puro. 

Y ese Malo, de Bebe también; la canta Martina a viva voz, porque se indigna con el maltrato. Tiene alma de luchadora, aunque si lee este artículo lo negará. Pero a través de la música hablamos lo que no nos decimos en nuestras conversaciones, que ahora son torpes, interrumpidas, de reproches… o silencios. La lista es interminable, Javier alucinó la primera vez que escuchó el adagio del Invierno de Vivaldi o canciones de Pink Martini. Pero también buscamos el reírnos con cualquier locura de Justin Quiles o J Balvin, por qué no. 

En casa, además de palabras, nos inunda la música, y eso es herencia de mi madre, que cuando éramos pequeños nos descubría música de los cincuenta y sesenta que nadie conocía. Cada vez que escucho Ma vie (Alain Barrière) me acuerdo de ella. 

Hoy me ha venido bien recordar: «El tiempo todo calma, la tempestad y la calma». 

P. D. No hago enlaces de las canciones, para que vosotros elijáis, si queréis, el formato de reproducción de cada cual.


Quiéreme como a mí me gusta

Esta noche me he colado en una fiesta. Estabas tú, y estaba la música.


God Save The Girl

Los viernes sueño con música, «en el colegio escribía de derecha a izquierda».

Sueños relacionados:


Sigo soñando

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Hoy SUEÑOS «DISPARATE», este blog, cumple cinco años. Y sigo soñando. Hay nostalgia, humor, sueño con la muerte, con serpientes, música, casas, ciudades; dando pasos viajo por el tiempo.

Recorro el mundo, los años e incluso mi cerebro. Mi subconsciente me acompaña, eres pícaro subconsciente, a veces cruel. Cinco años tomando forma, regalándome sueños, caricias, también pesadillas, relatos.

Sigo soñando con palabras.


Un grillo

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Me gusta escuchar a los grillos con su música característica mientras duermo o sueño o viajo con mi subconsciente. Es un sonido agradable, me hace sentir que el ambiente está fresco, limpio, pese al calor veraniego. Como si los grillos con su batir de alas y patas alejaran el exceso de calor. En realidad es un cortejo sexual. Muy bonito el sonido de los grillos, bucólico, te hace sentir que estás en medio de la naturaleza.

Pero, ¡ay! si un grillo se cuela dentro de tu casa, si abandona ese ambiente fresco, esa naturaleza limpia para cortejar a no se sabe quién entre un paragüero y unas repisas de la madera más artificial. Entonces el cri cri del grillo te retumba los oídos, literalmente. ¿Cómo puede producir un sonido tan estridente un bichito tan pequeño? Cuando te acercas a la zona cero para encontrarle, darle caza e invitarle amablemente a que abandone tu casa, se produce el silencio. Está claro que tú no le interesas y deja su cortejo para cuando te alejas de nuevo. Es un juego muy divertido, sobre todo cuando son las cuatro de la mañana. Me acerco, se calla, me voy, vuelve a las andadas.

Que os cuente lo que he soñado hoy me pedís…


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