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Lagarto de Komodo

Por más que me hayan explicado que es inofensivo, que no  muerde y que lo han adoptado como animal de compañía, no puedo soportar la idea de que un lagarto de Komodo se haya instalado en mi cuarto de baño. ¡Y tengo que entrar! Que sensación de vértigo he tenido toda la noche; soñar con un lagarto de Komodo no es agradable, se parecen a las serpientes pero «en grande». Y ya sabéis que yo tengo ofidiofobia.

¿Os imagináis intentado entrar a tu cuarto de baño, en el colmo de la intimidad, mirando fijamente al lagarto en cuestión? Me tiemblan las piernas nada más pensarlo. Es más, ahora despierta, los azulejos de «la habitación del pánico» se me antojan fríos y poco acogedores. Que no voy a entrar por si acaso, vamos.

lagarto de comodo


Ofidiofobia VII

Las hormigas, las hormigas inundan las calles, los suelos y los campos cual marabunta todas ellas.

Pero a mí las hormigas no me dan tanto miedo como las serpientes; me las como y ya está. Porque yo me he convertido en serpiente.

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Categoría Ofidiofobia.


Ofidiofobia VI (o Aracnofobia I)

Una araña me ha picado esta noche; en mi sueño soñado. Todavía puedo sentir cómo ha recorrido mi brazo y me ha picado en la mano, mientras intentaba quitármela de en medio con una buena sacudida.

Me imagino que estaréis pensando en una araña peluda y grande, pero no os creáis, ha sido una arañita pequeña de patas muy finas. Pero igualmente me ha picado, y he sentido en el dedo índice una presión parecida a cuando tienes la mano dormida.

Si elevaba el dedo (a modo de peineta, dedicada a todas las arañas del mundo) la presión disminuía, pero si lo dejaba suelto, entonces empezaban a salirme unas púas blancas.

¡Ajajá! (supongo que esta es una palabra inventada). Ahora, al verme las púas, las personas que me han acompañado en el sueño comienzan a tomarme en serio. Antes se habían reído de mi miedo a la araña pequeña, pero comienzan a pensar que la picadura tiene unas consecuencias extrañas. Y yo no sé si seguir asustada o asustarlos a ellos lanzándole púas venenosas.

Sí, me estoy convirtiendo en serpiente, al fin.

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Categoría ofidiofobia.


Ofidiofobia V

¿Por qué hay tantas orugas en las aceras? Es como una pesadilla, si no tienes cuidado puedes pisarlas. Las orugas son como serpientes pequeñitas…

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Categoría ofidiofobia.


Ofidiofobia IV

Tengo que reconocerlo de una vez por todas, abiertamente: Me dan miedo los animales. Los animales en general y las serpientes en particular. Ayer, mientras paseaba tranquilamente por los alrededores de mi casa, me crucé con unas inocentes ovejitas, algunas de ellas con campanitas y todo colgadas del cuello. Pero pese a la imagen bucólica yo juraría que me miraban desafiantes. De manera que me cambié de acera, muerta de miedo.

Esta noche he soñado con las ovejas. Me miraban, y sus ojos brillaban, con una luz verde, y de su boca salían lenguas de serpiente. Yo le preguntaba a quiénes se cruzaban por mi camino: «¿Habéis visto eso? Las ovejas se están convirtiendo en serpientes». Pero me han tomado por loca, ¡qué impotencia! Una vez ingresada en un manicomio blanco y verde, me ha hecho una visita el pastor de las ovejas; sus ojos brillaban, con una luz verde, y de su boca salía una lengua de serpiente.

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Categoría Ofidiofobia.


Ofidiofobia III

 

 

 

 

 

 

 

Esta noche me he ido de cabeza al futuro. A un futuro donde tenemos que luchar contra criaturas monstruosas: serpientes gigantes con cara de caballo. No, con cara de burro, no con cara de león. ¡Ah! Es que les cambia la cara. Pero el cuerpo y el tamaño no; serpientes gigantes.

¡Qué miedo! Estoy en una especie de nave espacial, que en realidad es mi casa o una residencia de estudiantes, o es que yo tengo una familia muy grande. Porque la «nave-casa» tiene muchas habitaciones de las que salen serpientes gigantes con cara de caballo. Y no hay una sola donde puedas resguardarte. Por mucho que cierres la puerta siguen apareciendo los temibles monstruos.

Hay una manera de acabar con ellas, con las serpientes con cara de león; si les echas azúcar glas a los ojos se desintegran. Estamos provistos, tenemos unas pistolas muy modernas a las que echamos azúcar, ellas mismas trituran los granos y espolvorean a las serpientes. Tienen capacidad para un kilo de azúcar, pesan, pero merece la pena cargar con ellas. Cuando consigues apuntar a los ojos de las «criaturitas» del futuro, es muy divertido ver cómo se convierten en una especie de burbuja de algodón dulce, explotan y… mi «nave espacial- hogar» parece ahora la casa de Tarta de Fresa.

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Ofidiofobia II.


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