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De palabras e ingravidez

ingravidez

Mi sueño de esta noche ha sido más bien un reencuentro. He tenido una reunión con mis compañeros del Máster del periódico ABC (que cursé hace muchos años ya, recién terminada la carrera). Curioso mi subconsciente, porque no tengo trato con ninguno, salvo algún intercambio de tuits de vez en cuando. ¿Siento nostalgia de ellos? Realmente no, aunque muchos me caían muy bien y tengo un recuerdo estupendo. Solo echo de menos a veces a uno de ellos, un buen amigo que la vida se ha encargado de distanciar. También me gusta evocar de vez en cuando, para ser justos, las conversaciones sobre cine, música y series (antes de los seriéfilos) con alguno más. Pero ya está.

Me pregunto entonces por qué me he despertado esta mañana nostálgica recordando este sueño, que por supuesto tenía su dosis de disparate, como el hecho de casi atragantarme con una pastilla o que todo el mundo condujera el mismo coche. Y me he visualizado, en el sueño, relajada, sin reírme demasiado, sin estridencias, sólo relajada.

No es que en esos años tuviera la suficiente madurez para mantener esa tranquilidad, pero creo que la nostalgia me viene de cierta despreocupación que ahora ya no tengo. Sólo había una cena, y nada más. No hay horarios, ni miedos porque le ocurra nada a tus hijos, ni esos hijos persiguiéndote por los pasillos hablándote de sus preocupaciones los tres a la vez, ni búsquedas desesperadas por hablar con tu marido (menos mal que nos bastan cinco minutos para poner todo en su sitio, amor).

¿Retrocedería en el tiempo? No. Después de pensar un poco en las sensaciones que me ha provocado cenar con mis compañeros de Máster, me he dado cuenta de que estoy viviendo, evolucionando, haciéndome mayor, teniendo más claro cada vez lo que quiero (nostalgia de periodismo siempre y seguimos buscando oportunidades, que van llegando). Que tener tres hijos es agotador, y quien diga lo contrario miente, pero que un abrazo de uno de ellos te pone en tu sitio. Y me he dado cuenta de que estoy cansada, que es lo que corresponde. Buena advertencia, subconsciente, intentaré descansar un poco, desconectar algo, lograr un poco más de ingravidez que noto cierto peso en los pies. Y lo acabo de hacer, escribiendo, recurriendo de nuevo a las palabras. Convertir realidades y ficciones en palabras es lo que tiene sentido para mí. Suerte que tiene una.

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Desnuda II

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Hoy he palpado la desnudez con la que me ofrezco ante vosotros de manera muy física. Desnudo mi alma, lo hace mi subconsciente, me la ofrece para que yo le dé forma con las palabras. Ese es mi leit motiv como escritora, y esta noche he desnudado mi alma a través de otra profesión, la de actriz.

No tengo pudor a la hora de escribir, pero sé que el pudor, el sentido del ridículo muy marcado, me impediría actuar. No me gusta hablar en público, no me gusta ni siquiera disfrazarme, no sería buena actriz. Aunque después de esta noche me he levantado sintiendo la capacidad de hacerlo. Sería capaz, el efecto se pasa después de unas horas, de estudiar arte dramático, con mis 41 años, y empezar de cero. Esas cosas hace mi subconsciente conmigo. Y vivir varias vidas.

Película peculiar, en la que la protagonista vive situaciones límite, duras, se hace daño, consume drogas, pero a la vez convive con una vida amable, tierna, ordenada. Lo curioso es el lenguaje que se utiliza en el filme: las situaciones más duras se tratan visualmente de manera amable, las cosas se intuyen pero se esconden, pero el desnudo, la dureza, la intencionalidad visual desgarradora está en las escenas cotidianas. Esa dualidad tan bien conseguida, _ me maravilla la capacidad de los profesionales del cine de comunicar con la imagen_, hace de la película un tesoro.

¿Se nota que tengo mono de escribir críticas de cine?


Preguntas (Querida Lola IV)

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Querida Lola:

¿Qué quieres hacer con todas la preguntas que te haces? No tienen respuesta. Pero las preguntas están ahí, son nuestra razón de ser. Acaso nos las hacemos como instinto de supervivencia.

¿Qué quieres hacer con esas preguntas? No obtendrás de ellas respuestas, pero puedes moldearlas para hacer una obra de arte, que es y será tu vida. Estíralas, dales calor, déjalas solas en el frío de la noche. Volverán a ti pese a estar congeladas. Conviértelas en cristal, y en palabras. Rómpelas, se componen de nuevo solas. Tú y yo necesitamos un “¿para qué?”, un “¿merece la pena?”. No vamos a obtener respuestas. Pero podemos hacer muchas cosas con esas preguntas, no sólo buscar las respuestas. Las preguntas son el motor de tu creatividad. ¿Qué quieres hacer con esas preguntas?

Yo te aconsejo: grítales, no les tengas miedo, bébetelas y saciarás tu curiosidad. Luego se convertirán en lluvia y volverán a ti, porque eres una persona creativa y curiosa.

Moldéalas y ahora… relájate y disfruta.

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Adiós sentimiento de culpa

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Que me provocas pesadillas. Adiós, adiós. Te has convertido en una cadena demasiado pesada de llevar, atada a mis pies. Es que no puedo dar un paso más llevándote a cuestas. Doy pasos, pero en círculo, no avanzo.

Creía que si te abandonaba sería menos empática con el sufrimiento de los demás, pero ya no lo creo. Creía que me descontrolaría, pero ya no lo creo. Tenía miedo a que si te dejaba en el camino iba a sentirme culpable, pero ya no tengo miedo. Creía que iba a ser menos responsable sin ese tirón en los pies, pero ya no lo creo.

Me resisto a dejarte, por si darte la espalda es dar la espalda al orden que tanto me gusta, por si al sentirme ligera me voy a volver más egoísta; pero voy a dar esos pasos, tranquila, despacio… y si cojo carrerilla me haré un salvavidas de palabras, pero no de sentimiento de culpa.

Estás en mi pasado, te huelo en mi futuro, estás en mi ADN pero me voy a rebelar. La atmósfera que me rodea es más pesada de lo normal, y yo estoy acostumbrada a tejer con ese aire plomizo mis relatos y mis cuentos. Me da miedo quedarme sin ese espacio cargado, pero quizás encuentre materia nueva en la ligereza con la que ansío avanzar.

Creía que si te dejaba iba a dedicarme a mirarme el ombligo, incluso_ qué torpe eres a veces, sentimiento de culpa_ que iba a caer en un hedonismo extremo sin importarme en absoluto los problemas de los demás. Pero ya no lo creo. Creía que si te abandonaba iba a perder mi fe, esa que tiene la textura tan fina y con la que hago siempre juegos malabares para que no se me escape de entre los dedos. Ya no lo creo, aunque Dios y yo tenemos una conversación pendiente que ya no te voy a contar.

Te he confundido con un guía que me lleva por el buen camino. Pero has ralentizado mis pasos, y el camino se bloquea. Me voy a asomar a esa otra ventana, no voy a lanzarme al vacío, sólo asomarme y respirar un aire menos pesado.


Sigo soñando

ojos

Hoy SUEÑOS «DISPARATE», este blog, cumple cinco años. Y sigo soñando. Hay nostalgia, humor, sueño con la muerte, con serpientes, música, casas, ciudades; dando pasos viajo por el tiempo.

Recorro el mundo, los años e incluso mi cerebro. Mi subconsciente me acompaña, eres pícaro subconsciente, a veces cruel. Cinco años tomando forma, regalándome sueños, caricias, también pesadillas, relatos.

Sigo soñando con palabras.


Inseguridad

Maldita seas. Inseguridad que atenazas mis dedos incapaces de escribir a su antojo. Paralizas la sangre que se mueve lentamente por mis venas, haciéndome notar ese vaivén en mis pesados brazos. Maldita seas inseguridad, que me haces pedir disculpas. Yo te reto, y recupero el control de mis manos, y te robo las palabras, y me las quedo.

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Nostalgia.


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