
La pregunta clásica que suele dirigirse al autor de un libro de imaginación, personalmente o por medio del correo, es la siguiente:
¿De dónde saca usted las ideas?
Se siente la tentación de contestar: «Suelo dirigirme para eso a ‘Harrods’, o bien: «Las extraigo, principalmente, de los Arsenales del Ejército y la Armada», o, simplemente: «Pruebo en ‘Marks y Spencer'».
Parece haber quedado firmemente establecida una opinión universal: la de que existe una especie de mágica fuente de ideas que los autores de libros saben cómo hacer fluir.
A una le cuesta trabajo hacer que sus interrogadores se remonten a los tiempos isabelinos, con Shakespeare:
Dime: ¿dónde nace la fantasía?
¿Es en el corazón o en la cabeza?
¿Cómo empieza a alentar, cómo se nutre?
Contéstame, contéstame.
Una se limita a contestar con firmeza: «En mi cabeza».
Agatha Christie. Introducción al libro «Pasajero para Francfort».
El texto sigue pero los textos largos mejor se los dejamos a los libros. Me encanta esta reflexión tan actual que quería compartir con vosotros. Al final no sé si me siento o no identificada con sus palabras, os lo confieso. Yo me limito a contestar, pero en mi caso de verdad: «En mi cabeza».