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¡Dientes, dientes!

dientesNo he querido parafrasear a una famosa tonadillera al titular este sueño… o sí, no lo he podido evitar. Pero yo no me refiero a enseñar dientes cual ordinario espécimen enfadado. Yo es que esta noche he vuelto a soñar que se me caían los dientes.

¿Cuántas veces lo habré soñado? Muchísimas; lo que más recuerdo es la sensación de las muelas sueltas en la boca, tener que escupirlas. Me importa poco la estética, el verme sin molares y premolares, incluso paletas. La sensación extraña es la caída, mover con la lengua una muela y que caiga en un santiamén.

Hay muchas teorías sobre por qué soñamos con este fatídico hecho: inseguridad, malas decisiones, previsión de malas noticias e incluso aviso de que algo falla en el sexo. Nada de esto parece que esté asociado a mi sentir últimamente, pero ahí está, esta noche me he quedado sin incisivos, cúspides y bicúspides.

Y mientras tanto he ido a Ikea, que se ha convertido en un parque de atracciones. ¿La temática? La deco, claro está. En una de sus mesas Hemnes había niños celebrando un cumpleaños, rodeados por un globo gigante de E. T. dando vueltas por la estancia. Ahí he escupido yo el primer premolar. También podías ver una película acomodado en sillones Ektorp. No sabía cómo sentarme y me he resbalado; me he partido la paleta en el aterrizaje. Muy divertido el parque Ikea, con talleres para crear tus propios peluches, cursos de cocina… por el restaurante mejor no me acerco.

Al despertarme esta mañana me he ido casi volando a mirarme en un espejo. Todo en su sitio, pero qué necesidad de beber agua y escupir…

 

 


Repostería a la Pantoja II

Inevitable soñar de nuevo con Isabel. Hay que ver el estrés que me ha causado la tonadillera, como la llaman en los informativos ahora. Me encanta, el término «tonadillera», que parecía obsoleto y la Pantoja ha puesto en la palestra de nuevo. Esta noche he estado en casa de Isabel Pantoja, en una casa, no sé cuál, que se caracterizaba por tener pasillos interminables. Y los pasillos han obtenido el calificativo de «obsesivos» porque un gran pastor alemán, que no sé cómo se ha colado en la casa, se ha estado cagando (no me imagino a un pastor alemán defecando o haciendo caquitas, sino «cagando») por todos los pasillos.

Sí, en mi sueño de esta noche me he recorrido todos los pasillos de la casa de Isabel Pantoja limpiando mojones (no me imagino popó o cagarrutas de un pastor alemán, sino «mojones») del maleducado canino. Y ella detrás mía señalándome los rincones que quedaban por limpiar.

¿Pero qué le habrán dado al perro para tener semejante cagalera? Porque no me imagino a un pastor alemán con un cólico o una descomposición sino con una señora «cagalera».

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Repostería a la Pantoja.


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