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Azul y verde (reconciliada con el verano)

Inspiro en verde y exhalo en azul. Y los sueños de este verano son más calmados. Alguna vez que otra he tenido que trasladarme al pasado, una noche asistí a un funeral con un tenista muy conocido, y le he hecho el boca a boca a un señor al que le ha atropellado un autobús.

Esos sueños los he tenido después de alguna cena copiosa, imagino.

Pero por lo general he soñado con enredaderas muy verdes y mar transparente y azul. Porque es lo que he vivido, suerte la mía. Paz y tranquilidad.

Pese a trabajar todo el verano, paz y tranquilidad. Pese a la adolescencia y preadolescencia (y mis reacciones), paz y tranquilidad. Pese a los desencuentros, paz y tranquilidad. Pese al covid, o por eso mismo, casa, playa, familia, paz y tranquilidad. Y vino, cerveza y estrellas; ni una fugaz, muchos satélites.

Porque estoy aprendiendo a que el verde sea el color de mis tatuajes ficticios y el azul cree una envoltura de desapego para que nada me afecte. Y así voy recuperando esa capa de piel que perdí algún día por el camino.

La banda sonora la ha puesto Lafourcade. Que tendrá México que me llama desde la distancia. Quizás cuando viaje allí algún día me haré mi primer tatuaje.


Maternidad (o verano, o conspiranoias varias)

Existe un verano de avísame si bajas a la playa, ¿dónde estás?, que tus amigas ya han vuelto, se te ha caído un mechero del bolso. Y un verano de ausencia total, que me gusta estar sola. También largas sesiones de lectura; yo me hago la ofendida si me coges mis libros pero en realidad es lo que quiero.

También existe un verano de te busco pero para fruncir el ceño, pero quiero que me ayudes a hacer pulseras y paso las horas muertas pintando, diseñando agendas, aprendiendo a pintar al óleo y estoy metida en todas las conversaciones de los mayores, opinando, pero es que me gusta estar rodeada de todos vosotros.

Y existe el verano de bucear, quedarse dormido en brazos de mamá mirando estrellas, y cogiendo cochinillas, y cangrejos y saltamontes. ¿Verdad, mamá, verdad? Lo voy a consultar en mi enciclopedia de animales.

Tengo niños de edades muy diferenciadas, y tengo varios veranos, y varias maneras de vivir la maternidad. Y espero que todo siga adelante de manera natural; al final me acabaré fumando el cigarro con la independiente mientras esperamos a que llegue de juerga (ya va tarde) el de los saltamontes. Ojalá.

Y la vida se repite y pese a los lobbies y los miedo a quiénes quieren cambiar el orden mundial (nada nuevo bajo el Sol, tengamos perspectiva), y los chips inteligentes, y las guerras y las pandemias, siempre estará el atractivo por lo prohibido y los cangrejos.

Y los padres, allí estaremos.


Siesta de verano

Te desvelas, miras al techo, ves el reflejo de un limonero, escuchas a las tórtolas y el monótono pero relajante sonido del ventilador.


Agosto

julia-roberts-agosto

En la película «Agosto», basada en la obra homónima de Tracy Letts, el personaje de Julia Roberts le comenta a su hija adolescente: «Si conociéramos nuestro futuro, no nos levantaríamos del sofá». Viaje en carretera, camino del entierro de su padre.

Desconozco si en la obra de teatro en la que se basa la película (duelo magistral entre Roberts y Meryl Streep, aunque me quedo con Chris Cooper), existe esta conversación o esta frase; la he recordado en numerosas ocasiones. Vivimos tranquilos, ajenos a ciertas cosas: «Si conociéramos nuestro futuro, no nos levantaríamos del sofá».

Esta noche he soñado que tapizaba varios sofás, me he despertado agotada. Todavía tengo las manos dormidas de utilizar la grapadora, estirar telas.

Comienza agosto.

SUEÑOS RELACIONADOS:


Que se vaya el verano

Nubes de levante

Para mantenerme a salvo. Que el viento se lleve sus falsas rutinas, pero que mantenga intacta la terraza donde escribo estas palabras. Que el viento me empuje suavemente, que me adentre en el invierno y me susurre palabras nuevas. Que termine el verano amable, pero irreal, que el viento me mantenga a salvo.

Sueños relacionados:

– La playa.

– Verano.


Verano

verano, Estrecho de Gibraltar

En el verano sueño con desgracias y con calor. Sueño con lo malo y lo peligroso. Con la desorientación que marca el paso de los días, y en la temperatura que sube y te provoca dolores de cabeza. Los personajes de mis sueños, aquéllos que osan pasar por mi subconsciente andan borrachos de sal, de colores demasiado chillones.

En fin, nombraría desgracias públicas y privadas que han sucedido en verano, pero para qué. No quiero recordar. Lo que recuerdo es que cogen a todo el mundo desprevenido, veraneando, en chanclas, desorientados. Y yo vivo con miedo de que alguna desgracia me coja desprevenida, desorientada.

Momentos; hoy he vivido un momento de equilibrio, de libertad, en el que he sentido que todo estaba en su sitio. He ido nadando en el mar hasta una gran roca, me he subido a ella, y he plantado mis pies en las conchas y las algas durante unos quince minutos. No me dolía la cabeza, y a mis pies firmes se asomaban las olas. Y ese momento que recordaré todo el invierno, claro, sólo puede ocurrir en verano.


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