Mi familia, básicamente mi madre y mis hermanos, se ríen de mí porque hablo mucho de muerte en este blog. A mí me sienta bien, porque en realidad yo escribo de muerte con naturalidad y no le tengo miedo. Le tengo miedo al dolor, eso sí. Y porque como escritora, y sólo como escritora, me interesa la muerte y sus procesos; como algo creativo.
También me gusta ironizar, y darle un toque de humor cuando procede porque sí, es verdad, sueño mucho con la muerte. Y últimamente la provoco yo… y no, no estoy enfadada con nadie. Esta noche he soñado que le he pegado un tiro en la cabeza a Paco León y a Laura Linney mientras los dos estaban haciendo ejercicio en una bicicleta estática. Tenían la cabeza metida en una especie de nevera, lo que me daba la oportunidad de silenciar los disparos. Un amortiguador de ruido en forma de nevera pequeña. He pensado mucho sobre esto y no logro entender lo del frío y el silencio, pero en mi sueño también me daba la oportunidad de bajar la temperatura y ahorrarme el derramamiento de sangre. Cabezas congeladas, genial.
Eso sí, hay que deshacerse de los cuerpos y le pido a mi hermano pequeño que me ayude a descuartizar los cuerpos, porque pegar un tiro limpio sí, pero paaassso de ponerme a pegar hachazos. Y mi hermano me ayuda pero tenemos que deshacernos de varias bolsas muy mal organizadas. En el proceso, bolsas en mano, pasamos por un Mcdonald´s y se nos empiezan a desmontar. Yo intento disimular para que nadie vea el contenido de nuestros paquetitos mientras le echo la bronca a mi hermano por la poca profesionalidad.
Y nada, hoy no comeré hamburguesa, os lo puedo asegurar.