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Calma

Hoy mi calma ha llegado en forma de camiseta blanca.

Mi marido, que padece insomnio, me pregunta últimamente cómo es mi proceso de sueño. Porque yo duermo taaan bien. ¿No te desvelas? ¿No tienes conversaciones en bucle? Pocas veces, porque mi serpiente va en busca de la calma allá donde sueñe. Y pese a tener pesadillas o presenciar asesinatos, la sangre que aparece en mis sueños es densa, es calma.

Y hoy he sido muy consciente de esa paz. Hoy me encontraba entre un grupo de personas algo nerviosa hasta que ha aparecido alguien con una camiseta blanca. Me ha cogido la mano, me he acomodado en su pecho y me he relajado como si estuviera apoyada en una almohada. Entonces me ha dicho una frase preciosa sobre el amor; tenía que ver con el vértigo que produce confiar en alguien ciegamente, pero no consigo acordarme de las palabras exactas. El resto de la noche he estado intentando recordar. Nada. Por lo menos me queda el recuerdo de la calma.

Los viernes suelo trabajar escuchando música. Cuando he descubierto esta canción me ha parecido que podría haber sonado en mi sueño de hoy. Siempre hay una canción para explicar algo.


Ese cuerpo

Le he dado caña al cuerpo esta noche; será porque en este estado mezcla de pandemia, edad, y circunstancias varias, me hallo inmersa en un estado de cuidado del cuerpo sin precedentes. En mi cabeza, claro, porque no siempre cumplo lo que me propongo.

Yoga (recomiendo), no alcohol, no procesados, no abusar de la pasta. Brazo roto, cansancio… estoy además tomando un complejo vitamínico.

Mi subconsciente, la serpiente, se siente atrapada, harta de mí. Me ha enviado esta noche señales; «baila maldita, baila». Cómo ha sudado ese cuerpo esta noche, bailando, como si estuviera en el Ultra Music Festival con, no sé, con David Guetta.

Cómo ha disfrutado ese cuerpo esta noche, dando saltos con mi marido, al que últimamente trato desde el sofá y dando paseítos para mantenernos en forma. Y he bebido muchos chupitos, muchos, sin tener resaca esta mañana porque ha sido un sueño. Cómo me conoce mi subconsciente; después de una semana tristona me manda a bailar y a castigar ese cuerpo.

Hoy es viernes, está lloviendo y el toque de queda se mantiene a las diez. Lo siento serpiente, no te puedo sacar, si quieres nos asomamos por la ventana, ponemos música y bailamos dando saltos. Y la primera cerveza la abrimos en un rato.

¡Dale!


Loco

Podría contaros otra cosa. Pero es viernes… y el cuerpo lo sabe (esto va para Miranda).

Mi cuerpo le ha dado un descanso al subconsciente esta noche y sin quererlo he estado toda la noche tarareando esta canción, y bailándola. Se me ha metido en la cabeza, ¿qué queréis que os diga? ¿Bailáis conmigo? Subid el volumen.


Quiéreme como a mí me gusta

Esta noche me he colado en una fiesta. Estabas tú, y estaba la música.


Aute

Hoy voy a soñar contigo.


Me sigues gustando

Me sigue gustando escribir, me sigue gustando respirar y soñar; contaros mis sueños, ya sabéis, que no anhelos, sino relatos, palabras que se componen primero en mis entrañas y luego salen a través de la yema de los dedos.

Anoche no me podía dormir, demasiada información y poca capacidad de análisis. Y dudas; me quería meter en la cabeza de mis tres hijos para intentar comprender cómo están pasando estos días en los que no salimos de casa. Empeñada yo, en leerles la mente cuando no hay necesidad.

Pero al final me he dormido; y mi subconsciente me ha dado una tregua. A veces se porta mal conmigo, pero hoy ha sido bueno y me ha trasladado de nuevo al concierto de Depedro al que fui en diciembre. Ese concierto, que viví con dos amigos que me alegran la vida, se ha convertido en algo muy simbólico para mí por varios motivos, que se resumen en un «fui porque me dio la gana» que para mí es muy importante.

Todo llegó a través de la canción que comparto con vosotros, de escucharla en bucle y poder tararearla en el concierto y que hoy he cantado también en mi sueño.

Volveremos a irnos de concierto.